CFP nº40: El género negro: exploraciones críticas
CONVOCATORIA
Revista [sic]
#40, año XV, diciembre 2025
Plazo de envío: 30 de octubre de 2025
Coordinan: Andrea Aquino - Andrea Arismendi
La propuesta de publicación de un número de la revista [sic] sobre el género negro implica examinar el fenómeno del creciente interés que este ha adquirido y proyectado en la literatura uruguaya. La marginalidad, instalada desde su aparición en el siglo XIX, alimentada por los prejuicios de parte del lectorado y de la crítica, contrasta con la progresiva popularidad que ha adquirido desde entonces.
Para el escritor argentino Mempo Giardinelli el género negro en el siglo XXI «tiene las mejores posibilidades de reseñar los conflictos político-sociales de nuestro tiempo; penetra en millones de hogares en el mundo entero a través del cine o la televisión (muchas veces con historias de dudosa calidad) y es notable cómo ha influenciado a casi todos los grandes escritores modernos, de todas las lenguas y de cualquier género».[1] El mismo autor precisa que estas obras son consideradas una forma de realismo que, debido a su versatilidad, permite subgéneros codificados y precisos, como la novela policial o de enigma, también hibridaciones y derivas tan sugerentes que conectan con el terror, con narrativas no miméticas, con distopías y con la ciencia ficción, entre otros. Observamos que escritores de renombre como Umberto Eco, Mario Levrero, Jorge Luis Borges o Juan Carlos Onetti se han apropiado de sus mecanismos narrativos de manera frecuente. Baste pensar en obras como El nombre de la rosa (1980), Nick Carter (se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo) (1975), «La muerte y la brújula» (1942) para comprender el valor que sus autores le han adjudicado al género. Incluso, la aventura literaria emprendida por Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares que, bajo el seudónimo de H. Bustos Domecq titularon Seis problemas para don Isidro Parodi (1942), demuestra el atractivo que ha provocado.
La investigación asociada a los planteos de Mempo Giardinelli acerca de la laxitud del género y su consideración como el más apto para explorar los vericuetos y callejones de distintas y disímiles sociedades habilita el análisis de obras escritas en contextos históricos específicos o referidas a estos. El género negro, de registro generalmente realista, permite, en clave de ficción, mirar críticamente las múltiples tensiones, las relaciones de poder, la problematización de conceptos como justicia, legalidad, crimen o delito. Igualmente, y debido a esa particularidad, es que admite la hibridación con otros subgéneros: el terror, el fantástico, la ciencia ficción; como ejemplo, recordemos a Edgar Allan Poe, padre del policial.
El género se ha proyectado en diversas direcciones culturales, históricas, geográficas. Podemos encontrar, a modo de ejemplo, las categorías de novela de enigma, novela policial, thriller, hardboiled, también manifestaciones que se enfocan en lo territorial e histórico, como el noir escandinavo, mediterráneo o el policial latinoamericano. Dentro de este último caso, una de las líneas a destacar es la de la violencia política y el trauma social padecidos en el transcurso de las dictaduras del Cono Sur. El interés se ha propagado cobrando relevancia en multitud de festivales, congresos, conversatorios y jornadas que han reunido tanto a público lector, escritores, y académicos. En Uruguay, en los últimos años, se ha visto reflejado en la aparición de la colección Cosecha Roja, de la Editorial Estuario, en el surgimiento de clubes de lectura como A Quemarropa, en los encuentros como las jornadas de la Semana Negra y en los dos conversatorios que bajo el título Días Contados se han celebrado en los años 2023 y 2024 en el Instituto de Profesores Artigas.
Para esta convocatoria proponemos considerar debates, perspectivas y miradas múltiples, incluso, divergentes en relación al género y sus ramificaciones. En la medida en que hubo, en diferentes momentos de la historia de la literatura contemporánea, obras de género negro que han conseguido representar las dimensiones sociopolíticas, los intereses estéticos y filosóficos de los contextos en los que estas se han publicado, se torna fundamental reflexionar en clave interdisciplinaria los vínculos que la ficción entreteje con sus diferentes escenarios.
En otra línea de investigación, cabría atender voces alternativas como la de las mujeres que se han dedicado a escribir novela negra. Esto supone dos movimientos: por un lado el estudio de escritoras que aún no han sido trabajadas; por otro, la revisión de los enfoques desde los cuales se ha leído la obra de escritoras conocidas. Para este número de la revista [sic] pretendemos que se jerarquicen voces, sobre todo de mujeres, que dedicaron tiempo, ingenio y arte en construir tramas donde los enigmas y crímenes, se resuelvan o no, dejan una lúcida y aguda crítica social. ¿Qué movimientos y estrategias permitieron que una mujer como Agatha Christie, por ejemplo, llegara a ocupar un lugar de reconocimiento mundial en un género particularmente escrito por hombres, convirtiéndola en la escritora más vendida y más leída de todos los tiempos? Según la BBC Two, que dedicó un documental a la vida de la autora en 2022 titulado Agatha Christie: la reina del misterio, en 2019 contaba con más de dos mil millones de ejemplares vendidos. Esta figura, la primera mujer que consagra el género, heredera de la tradición anglosajona de Poe, Anna K. Green y Arthur C. Doyle, aunque emergente de un entorno poco favorable para una mujer que pretendía ser escritora de novelas policiales, supone un ejemplo interesante desde el cual analizar cómo se han producido en cada caso las posibilidades de difusión de una obra en el campo literario, cómo ha sido el vínculo entre voces hegemónicas y alternativas, qué rol han jugado los lazos o las divergencias con las herencias literarias.
Desde su aparición, el género negro tuvo una evolución vertiginosa y múltiple, puesto que avanzó de manera concomitante con el desarrollo de la institución policial, con su requisito de mantenimiento del orden, su preocupación por restituirlo y la enorme importancia que ha ido teniendo el progreso científico en la adopción de nuevas técnicas de investigación. Desde el punto de vista social, se pueden considerar dos modalidades representadas en esta narrativa: una mayormente individualista y optimista, en la cual el crimen es un desvío de la norma, cometido por sujetos a los que es necesario encontrar, disciplinar o condenar. La otra vertiente es más social y pesimista: se identifica al delito como inherente a las sociedades. En los relatos que representan esta óptica, señala el profesor chileno Marcelo González Zúñiga,[2] el encargado de investigar encuentra al criminal, pero detrás de él hay otro y otro más, hasta que se descubre la corrupción en el centro mismo de las instituciones. En la vertiente posmoderna del género negro, es posible hallar novelas, cuentos y otras manifestaciones artísticas que ponen en evidencia que ciertas sociedades son una serpiente que se muerde la cola. Es decir, identificando a los individuos que se desvían, investigando y castigando, revelan que el problema paradójicamente está en el propio orden social.
Podríamos puntualizar que el nudo de las tensiones que entran en juego en una trama asociada a estas narraciones es el delito. Josefina Ludmer señala que «es un instrumento conceptual particular: no es abstracto sino visible, representable, cuantificable, personalizable, subjetivizable; no se somete a regímenes binarios; tiene historicidad y se abre a una constelación de relaciones y series».[3] La autora discute la simplificación con que se conceptualiza la ilegalidad, discrepa con verla como simple acto de transgresión o anomia. No obstante, concuerda con que es una «frontera móvil», una demarcación con respecto a un cruce de conflictos que es necesario situar siempre. Así, como problema y tema a contextualizar y analizar desde varios puntos de vista, el delito se consolida como un eje transversal al género, sus desvíos y derivas. En este aspecto vemos que convergen los planteos de Ludmer y Giardinelli; por tanto, sugerimos no dejar de observar, en las obras y autores elegidos, esos pormenores que son una clave de lectura para profundizar en el análisis.
Posibles ejes:
1) Las construcciones de género: feminidades, masculinidades y disidencias. Los arquetipos y su problematización o subversión: criminal, víctima, detective.
2) Hibridaciones: exploración de obras y autores en los que es posible identificar zonas de cruces, espacios de transición. Los géneros relacionados (terror, humor, parodia, fantástico, ciencia ficción), lenguajes, mecanismos del artefacto narrativo, disciplinas, manifestaciones artísticas, bifurcaciones, desvíos con respecto a las novelas policiales.
3) Los clásicos del género en lengua inglesa: Agatha Christie, Arthur Conan Doyle, Raymond Chandler, Dashiell Hammett. Propuestas analíticas desde la narratología.
4) Aproximaciones teóricas y críticas. Se sugieren los siguientes autores, aunque la propuesta admite ampliaciones: Roberto Ferro, Mempo Giardinelli, Daniel Link, Josefina Ludmer, Ricardo Piglia, Ezequiel de Rosso, Roman Setton, Tzvetan Todorov, Jorge Lafforgue.
5) Presencia y desarrollo del género negro en la narrativa del Cono Sur y en Brasil. A manera de ejemplos, ya que la lista resulta extensa, los chilenos Ramón Díaz Eterovic, Paula Ilabaca, Valeria Vargas, Julia Guzmán Watine; los argentinos Claudia Piñeiro, Sergio Olguín, Rodolfo Walsh, Adolfo Bioy Casares, Jorge Luis Borges, Juan Sasturain, Horacio Convertini, Elvio Gandolfo; los brasileños Rubem Fonseca, Patricia Melo, Ana Paula Maia, Joe Thomas, Carlos de Souza, el paraguayo Andrés Colmán Gutiérrez.
6) Representantes del género en otras regiones de América Latina. Algunos escritores que se han destacado por sus producciones, sin agotar la lista, han sido los mexicanos María Elvira Bermúdez, Élmer Mendoza, Paco Ignacio Taibo II; Leonardo Padura de Cuba; Daniel Chavarría, nacido en San José (Uruguay) y fallecido en La Habana (Cuba); Ramón Illán Bacca de Colombia; los ecuatorianos Pablo Palacio y Santiago Páez.
7) La narrativa uruguaya: el lugar del género, un canon nacional en construcción. Como referentes sugerimos: Carlos María Federici, Omar Prego Gadea, Hiber Conteris, Renzo Rossello, Milton Fornaro, Hugo Burel, Henry Trujillo, Gabriel Sosa, Mercedes Rosende, Cecilia Ríos, Isabel Prieto Fernández, Horacio Verzi.
8) Las sagas y los detectives. Se tendrán en cuenta para este eje, además de las categorías clásicas, las nuevas que incluyen, a modo de ejemplo, el noir escandinavo o el cozy crime.
9) El denominado noir mediterráneo, cuyos autores de mayor repercusión han sido Manuel Vázquez-Montalbán (España), Andrea Camilleri (Italia), Jean-Claude Izzo (Francia) y Petros Márkaris (Grecia).
10) El auge del true crime y la crónica roja: zonas liminares a la ficción.
11) El noir y el policial en los medios masivos de comunicación: las series, el cine, el pódcast.
12) El delito como línea de frontera, demarcación móvil y polémica. Debates: justicia/ legalidad.
[1] Giardinelli, M. (2013). El género negro. Orígenes y evolución de la literatura policial y su influencia en Latinoamérica, p. 15.
[2] González Zúñiga, M. (26 de agosto de 2024). «Serie negra y novelas japonesas». [Emisión de radio] https://mediospublicos.uy/serie-negra-y-novelas-japonesas/.
[3] Ludmer, J. (1999). El cuerpo del delito, p. 12.
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